Snicing cumple un año

Cada día son más las ciudades donde sus ciclistas y los fanáticos de los datos pueden usar Snicing. Hace menos de un mes desplegamos por primera vez en América Latina y pronto estaremos en 3 ciudades más del continente. Con ello seguimos avanzando en nuestro compromiso hacia los entornos urbanos más limpios y saludables.

Snicing es el capturador datos procedente de los sistemas de bicicletas compartidas que existen por todo el mundo. Gracias a ello, se obtiene información de la ocupación de las estaciones, no solo viendo información en tiempo real, sino la traza histórica minuto a minuto de las estaciones, agregadas o individuales de cada sistema. Gracias a los dashboards por ciudad un usuario sin conocimiento en informática se informa y puede adaptar su rutina a la naturaleza de su ciudad. Pero un amplio abanico de profesionales, desde urbanistas, a responsables de marketing, pueden realizar estudios de comportamiento urbano, en eventos remarcables o en días ordinarios. Más allá de los diagramas, Snicing también recopila la información en ficheros en crudo para ser procesados por científicos de datos.

Cuando Snicing surgió en una noche de fiesta en la playa de Barcelona, solo queríamos ayudar a los ciudadanos a mejorar su felicidad al obtener más y mejor información de la ciudad. Cómo salvar tiempo al aparcar cerca de la universidad, como mejorar el rendimiento cambiando hábitos al entrar y salir del trabajo, que hora y cual era el mejor momento y sitio para acceder a una playa.

Y ahora que el espacio público está transitando hacia una mejor coexistencia del peatón y el ciclista, surgen oportunidades para gozar de las ciudades como no se ha hecho antes. En este artículo queremos recoger algunas de estas experiencias donde ya tenemos presencia. Soñando que algún día estaremos en todo el mundo, y que sobretodo, ya no haremos falta.

Bicing (Barcelona), donde todo empieza

El Sol se abre en el mar, botellas vacías son succionadas por camiones de basura y con la primera luz, muchas parejas se separan o juntan para siempre. Es la noche de San Juan de un año sin COVID, y la gente vuelve a casa en una bicicleta pública, muchas estaciones lejos del mar.

Esa misma bicicleta, que unas horas había llevado a una joven estudiante de Erasmus búlgara, desde su casa cerca de la Monumental a ver su grupo de amigos de todo el mundo.

Entre medias edificios de Gaudí y restaurantes de tapas. Algunos de ellos excelentes y baratos, otros para olvidar. Disfruta de la ciudad a golpe de metro y bicicleta. Más de un año atrás llegó a la ciudad y aún no ha subido a un coche. En una pequeña botella quiere llevarse algo del Mediterraneo a las largas noches de invierno de Sofía.

Ecobici (Ciudad de México), la voz en América Latina

Juan tiene que parar el tráfico un momento para acercar la hormigonera y rellenar la zanja donde antes había un carril de coches. Por si la falta de aire y la contaminación no fueran suficientes, recibe el insulto de un conductor airado, que se siente seguro solo en su pequeña fortaleza.

Juan suele recibir el enfado de varias personas al día, y la verdad que no le entristece. Porque por cada reacción airada, varias recriminan y agradecen. ¿Qué no ve que están haciendo historia?, y le acercan una botella helada a Juan, o le dan de fumar a Juan, o le dan un bocadillo a Juan.

Así que ganado por lo perdido, algún día quiere comprar una bicicleta a su hijo y pasear por Polanco. Aunque para ello tenga que cavar y rellenar más zanjas.

Valenbisi (Valencia), es de cada momento, hacerlo especial

Cinco días antes de empezar las fallas y la plaza está llena para escuchar La Mascletá. Las estaciones más cercanas están clausuradas y el hierro de las bicicletas ni arde ni congela.

En la otra punta han quedado, de diferentes puntos de la ciudad cinco amigos. En la Malvarrosa aún no hay nadie. Se ven los restaurantes donde estuvo Hemingway, el Cabañal y el puerto deportivo. Todo vacío, y ellos cinco brindando con Turía a la espera de un arroz negro. Amparo ha conseguido en su tercer intento vender su Start Up a un grupo nórdico.

Saltan a otros temas igual de bonitos, la blusa que ya no cierra, en una caso por una nueva vida, en el otro, por una barriguita que crece aunque no tanto, por la buena costumbre de emplear Valenbisi dos veces al día, cinco días a la semana.

Bizi (Zaragoza), es hablar desde el corazón 

Antonio lleva un ramo de flores, es Octubre, y recorre el casco viejo sobre una bicicleta de Bizi. Su nieto, después de mucho insistir, le ha comprado una suscripción por un año. Delante de la Estatua de Goya recuerda un beso que Lucía le dió 50 años atrás en un permiso de la Mili, justo antes de soltar una bofetada.

Hoy no se celebra la Virgen del Pilar, pero Antonio lleva un ramo de flores para Lucía. Si ahora le viese, a sus 70 años, con el coche en el garage (eso si, muy limpio) y él pedaleando cerca del Ebro, más vivo que nunca.

Deja la bicicleta a la entrada del cementerio de Torrero y como siempre, aguanta la lágrima hasta cruzar el umbral de la puerta. Allí se descompone como siempre, pero no llora por tristeza, sino de emoción. Susurra delante la tapia, «Disculpa si hoy vuelvo a venir sudado». Y ella le responde des del más allá, “Anda y calla, lo que te estás ahorrando en el autobús lo gastas en el bar”.

Sevici (Sevilla), es compartir, sin esperar recibir

En Sevilla donde la lluvia es una maravilla ha empezado a chispear. La Giralda apenas suelta algo de sombra y los camareros calman a la clientela que en la terraza se quejaba del calor hace solo 20 minutos.

Guti tiene el carnet que su compañero de piso le dejó al partir antes de volver a Montana. Así puede invitar a visita tras visita por una de las ciudades más planas de Europa. Siempre dice, que cada año hace la misma distancia que la Vuelta a España. Y aún recuerda de muy chiquillo a Indurain triunfar en La Cartuja.

Hoy recibe a Inés de Santander y no piensa en hacer rimas con su nombre ni inventarse la mitad de las cosas que dice. Porque Inés tiene unos ojos muy bonitos, y porque va a dejarle el carné de su compañero a Paco y se va a cruzar un país con alforjas hasta Santander.

Santander (Tusbic), recibir, después de mucho compartir

Inés no puede contar con el transporte público durante las horas puntas. Escogió su último trabajo porque tenía una estación de Tusbic justo en la puerta. Mismo sueldo, misma especialidad, y allí, en la puerta, la parada de bicicletas. No hay duda, gana 30 minutos cada día, aunque Guti, diga que Santander es minúsculo.

¿Imposible? Su amiga le escribió el otro día, había encontrado una foto de Guti a solo 100 kilómetros de Santander y eso fue hace solo 2 días. ¿Estará haciéndolo de verdad? Dijo que ese paseo en bici le había hecho entrar ganas de ver nuevos horizontes.

Al darse la vuelta estaba allí, más flaco que nunca. ¿Oye, tu no tendrás un amigo de Montana que tenga una tarjeta Tusbic?

… y mucho más

En el último año hemos visto cómo el mundo ya no aguanta nuestros caprichos. El COVID y sus consecuencias sólo han acelerado este proceso. Ya no queremos apretarnos en el transporte público y el adulto decide, usar el coche mucho más que antes o desplazarse en bicicleta, bajo el Sol, la lluvia o las nubes.

Este año, sirvió para que un pequeño equipo, ambicioso y soñador, desarrollara en el aislamiento de sus casas la forma de tomar el pulso a la ciudad. Así supimos de una forma clarividente, que allí fuera algo se seguía moviendo. Y con esa fe, seguimos adelante, de pequeña victoria en pequeña victoria.

Así hacia un mundo donde los datos sirven para las personas. Donde las personas llegan a un nivel de conocimiento y felicidad como nunca antes. Donde la felicidad deje de medirse, y solo se sienta.

Como usar Snicing

¿Crees que los datos que recopila Snicing pueden ser útiles para tu negocio o organización? Estaremos encantados en hacerte una demostración cuando nos lo pida, a través del formulario o escribiendo a [email protected]