Cuando notas que tu trabajo se siente como una carga pesada, es importante retroceder unos pasos y evaluar las decisiones que hemos tomado. Eso es lo que he hecho y me ha permitido reconocer las 3 señales que me indicaron que no debería trabajar para otros. ¡Tal vez tú tampoco!
Seguro ya sabías que pasamos un tercio de nuestra vida en el trabajo. Eso representa 90,000 horas de nuestras vidas. Por eso es nuestra responsabilidad escoger un trabajo que nos haga sentir plenos. Si te sientes estancado, espero que lo que he aprendido pueda brindarte una nueva perspectiva.
1. Me di cuenta de que alguien más tenía el control de una gran parte de mi vida
Hoy en día realmente no hay razón para trabajar para otros. Si eso te hace verdaderamente feliz, ¡Genial! Pero si no te hace feliz, es importante que entiendas que tienes la libertad de buscar la felicidad en tu carrera y encontrar un trabajo que no se sienta como una carga. Me di cuenta que alguien más tenía el control de una gran parte de mi vida. Otra persona decidía sobre mi trabajo, cómo lo hacía, cuánto tiempo tenía para ello, y cuánto dinero ganaba. Cuando amas lo que haces, no tienes problema con eso. Pero yo quería ese control de vuelta.
2. Me sentía extremadamente cómodo
Al trabajar para otros, te sientes muy cómodo. Sabes que cuentas con un sueldo fijo y eso te da seguridad. Pero es esa sensación extrema de comodidad lo que te impide hacerte preguntas muy importantes. ¿Vale la pena pasar una gran parte de mi vida haciendo algo aplastante? ¿Acaso no soy capaz de hacer algo que me hace feliz y vivir de ello?
El miedo a la incertidumbre es el factor número uno que nos aleja de las cosas maravillosas de la vida. No es poco común que la gente se quede en trabajos que odian simplemente porque no quieren tomar riesgos. Están asustados y es normal. Pero una vez que das el primer paso fuera de la zona de confort, es fácil ver que no hay razón para no lograr lo que quieres.
3. Deseaba un desafío
Trabajar por tu cuenta es una de las cosas más desafiantes que puedes hacer. Habrán días buenos y malos. Pero los días malos, cuando estás aterrado, preocupado, y lleno de dudas, son mejores que tus mejores días trabajando para alguien más. No hay nada como sentir pasión por tu trabajo y poder superar los desafíos. De hecho, es una de las cosas más gratificantes de la vida.
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